Si en algo he incidido en el desarrollo del Programa de Prevención de la Violencia que he llevado a cabo, ha sido precisamente en el hecho de que, a diferencia de lo que se cree, no existe ninguna Emoción negativa, todas las emociones son positivas porque todas son adaptativas, es decir, nos sirven para algo; nos permiten interactuar con el medio, responder y hacer frente a diferentes situaciones de nuestro entorno asegurando nuestra supervivencia. Así, las emociones sólo se convierten en negativas cuando, por exceso o defecto en su manifestación, dejan de ser adaptativas y se vuelven en contra nosotros, como ocurre en las enfermedades autoinmunes en las que es el propio organismo el que ataca y destruye a los propios órganos y tejidos corporales sanos. Tanto es así, que uno se puede morir de pena, de miedo, de alegría, de sorpresa o por sorpresa, o incluso, como se dice popularmente, de asco. De ahí la importancia de una adecuada gestión emocional.
``No existe ninguna Emoción negativa, las emociones son positivas entanto en cuanto nos ayudan a adaptarnos a nuestro entorno´´
Así, se tacha a la Tristeza como una emoción negativa por el hecho de que un estado permanente de tristeza (por exceso) nos conduce a estados depresivos y todos conocemos las consecuencias de este estado y lo asociamos a negatividad; pero siguiendo ese razonamiento se podría hablar de la alegría como una emoción negativa, pero poco se conoce de sus consecuencias negativas. Así, un exceso de alegría nos conduce a un estado patológico de euforia que, sostenido en el tiempo, genera respuestas fisiológicas que repercuten negativamente en nuestro comportamiento y estado de salud.
Las Emociones inciden de forma negativa bajo ciertas circunstancias, pero no son Negativas
Además de asignar un matiz negativo o positivo a una emoción, otro error consiste en integrar como positivo aquello que nos acerca al placer y como negativo lo que nos aleja de éste o acerca al sufrimiento (o a lo que interpretamos como sufrimiento), y así vivimos en una constante huída. Vivimos en una sociedad en la que prima el ''estado de felicidad'' y en el que la lucha por mantener este estado genera un desequilibrio en nuestro bienestar, pues permanecer feliz o contento de forma permanente no es posible (sólo en algunas películas), lo que si es posible es aprender a gestionar adecuadamente nuestras emociones para conseguir un equilibrio basado en una respuesta adecuada ante diferentes situaciones.
Aprender a gestionar las emociones no es tarea fácil, implica entrenamiento, aprendizaje y un Profesional capacitado que nos guíe pues ''Todo no vale'' en especial en intervenciones en edades tempranas, porque desgraciadamente una mala praxis en gestión emocional, puede conllevar serios problemas en el futuro Adulto .
